
Jorge Álvarez junto a una niña que sujeta una botella de agua medio vacía en Gaza. UNICEF
Jorge Álvarez, el español que cuida del agua de los más vulnerables: "La falta de acceso mata a un millón de personas"
Desde la sede central de UNICEF en Nueva York, asesora en materia de saneamiento a los países que aún hoy carecen de infraestructura.
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Jorge Álvarez-Sala es el encargado de proporcionar asesoramiento técnico a los países en todo lo relacionado con el agua potable. Desde la sede central de UNICEF en Nueva York, da apoyo en, como explica, "todo lo que tiene que ver con acceso, calidad, sostenibilidad del sistema y resiliencia al cambio climático" de los recursos hídricos.
Esto último, matiza durante su conversación con ENCLAVE ODS, se trata de un tema central para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia desde 2020. "Los cinco últimos años estamos trabajando de una manera bastante intensa en ello", asegura.
La realidad —y el peligro— de la emergencia climática se pudo observar con el proceso de zoonosis que hizo que la Covid-19 llegase a nuestras vidas. Pero también se viene notando en los cambios meteorológicos, que provocan sequías intensas y prolongadas hoy y lluvias torrenciales mañana.
Por eso, insiste, "desde UNICEF estamos obsesionados con que nuestros programas sean resilientes al cambio climático, pero también con que los países en los que trabajamos, el sector entero, cambie su manera de hacer para incorporar esa resiliencia". Si no se hace, matiza, será complicado seguir proporcionando respuesta en las crisis humanitarias en las que intervienen.
2020 lo cambió todo
Álvarez-Sala insiste en que el inicio de esta década, ese año 2020, supuso un punto de inflexión para el trabajo a nivel mundial en agua y saneamiento. Y él, precisamente, tras más de diez años dedicado a ello, ha visto su evolución.
Por un lado, dice, las alertas de la comunidad científica respecto al impacto del cambio climático en los recursos hídricos empezaron a tomarse en serio. Por otro, la llegada de la Covid-19 aceleró todas "las inversiones y el trabajo en agua y saneamiento e higiene" que "están muy vinculados a la salud".

Jorge Ávarez-Sala durante una sesión sobre el terreno para asesorar sobre agua potable. UNICEF
Porque, recuerda, "cada año mueren 1.400.000 personas por enfermedades relacionadas con el mal acceso al agua, saneamiento y a la higiene". Son, matiza, "casi millón y medio de vidas que se podrían salvar si tuvieran acceso" a estos servicios básicos.
De ellas, además, "un millón de muertes están directamente relacionadas con la diarrea, que es algo muy fácilmente prevenible". Porque, "efectivamente, hay una relación clara y evidente basada en ciencia de la importancia y la contribución que tiene el acceso al agua y saneamiento a nivel de salud". Algo que va desde la prevención de casos de cólera a otras enfermedades mucho más comunes.
El agua cambia vidas
Aunque la salud sea lo primero en lo que se piense al hablar de agua potable y saneamiento, Álvarez-Sala insiste en que el acceso a los recursos hídricos "tiene otro tipo de impactos". Por ejemplo, explica, "a nivel socioeconómico es muy importante", pues existen toda una serie de actividades productivas que se desarrollan bajo su paraguas.
"Es muy difícil calcular cuánta gente en el mundo se dedica al sector del agua y saneamiento, pero se estima que es un 1% de la población ocupada global", indica el experto del clúster WASH, sobre esta temática, liderado por UNICEF.
Asimismo, Álvarez-Sala pone otros ejemplos de cómo el acceso a agua y saneamiento seguros cambia la vida de las personas. "En las escuelas sabemos que garantiza que tanto niños como niñas vayan a clase y se queden", dice.
Por el contrario, "la falta de acceso a higiene menstrual básica en colegios hace que muchas niñas, en cuanto tienen su primera menstruación, empiecen a faltar y acaben abandonando los estudios antes que los niños".
Además, insiste, los recursos hídricos a este nivel "tienen también un impacto a nivel ambiental". Y lo explica: "La falta de saneamiento contribuye a la contaminación de acuíferos, que hace que se dificulte el acceso al agua potable y que se contaminen los ecosistemas".
Un derecho humano
Por todo, para Álvarez-Sala, el acceso seguro a agua y saneamiento se presenta como "un elemento central para conseguir cumplir todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030". Porque contar con los recursos hídricos adecuados significa "la erradicación de pobreza, de la malnutrición, de la desigualdad de género…", dice.
Por eso, indica, "tendremos que invertir en agua y saneamiento como un derecho humano básico y también como un servicio público social básico". Pues, insiste, "es la base para el desarrollo social, económico y ambiental".
4.400 millones de personas
Según un estudio publicado en el verano de 2024 por la revista Nature, el número de personas que carece de acceso seguro a agua potable ascendería a 4.400 millones. Esto es, alrededor de la mitad de la población mundial.
Álvarez-Sala recuerda que en ese análisis colaboró el programa para la infancia de Naciones Unidas; y matiza: "Lamentablemente y a pesar de que UNICEF y la Organización Mundial de la Salud son los custodios de las estadísticas globales en cobertura de agua y saneamiento, todavía hay escasez de datos que permitan tomar decisiones informadas".
De ahí que el estudio intente "estimar cuánta población podría no recibir a abastecimiento de agua potable" para "identificar dónde están esos grupos de población que no tienen acceso ni siquiera a un nivel básico de servicio de agua y saneamiento".
Las estadísticas oficiales, no obstante, hablan de un número "significativamente menor", pero "todavía muy, muy alto": alrededor de 2.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable segura. De ellos, 1.500 millones tendrían "uno considerado básico" y 700 millones, uno "inferior al básico, es decir, beben directamente de fuentes en ríos u otras no seguras".
Se calcula, además, como comparte Álvarez-Sala, que 3.500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento. De ellos, unos 400 millones todavía practican la defecación al aire libre. Y 2.000 millones no tienen acceso a servicios de higiene.
Esto, matiza, "no quiere decir que no se laven las manos". Más bien, "que no tienen ni siquiera los servicios suficientes para desarrollar esta tarea tan básica para el control de enfermedades".
Refugiados climáticos
Por otro lado, Álvarez-Sala recuerda que "una de las formas más visibles de identificar el cambio climático es precisamente a través del agua". Algo que se ha visto en los últimos meses en España: "Puede haber mucha agua o muy poca agua. Pero también puede estar demasiado contaminada por el incremento del nivel del mar y la salinización de acuíferos".
Aunque, recuerda, "en condiciones de sequía su calidad también empeora". Los recursos hídricos, por tanto, son un elemento clave en el impacto del cambio climático. "Y uno de los riesgos de este es que todo el progreso que se ha realizado en las últimas décadas en el incremento de las coberturas de agua y saneamiento en el mundo se ve en riesgo grave".
El calentamiento global pone en jaque "algunas zonas muy vulnerables del planeta". Especialmente aquellas en las que "el cambio climático está impactando de manera exacerbada ya en el día a día". Y es que la escasez de agua no solo afecta a su acceso o al saneamiento. Álvarez-Sala recalca que es "un mazazo para los medios de vida de estas poblaciones".
Precisamente por eso, dice, "estamos viendo cada vez más desplazados climáticos, gente que se tiene que ir de los lugares de donde vive porque los puntos de agua se han secado y tienen que desplazarse para poder asegurarse ese medio vital".
Agua y crisis humanitarias
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) indica que uno de los principales desafíos en materia de agua y saneamiento se encuentra en los campos de refugiados y desplazados de todo el mundo. Los más vulnerables entre los vulnerables —quienes han tenido que huir de sus hogares— viven hoy una crisis humanitaria sin precedentes.
Hoy, dice, Álvarez-Sala, uno de los principales problemas a los que se enfrentan los servicios de respuesta humanitaria es que "el tiempo medio de estancia en un campo de refugiados o desplazados es cada vez mayor". Las crisis humanitarias se están cronificando y, por tanto, las soluciones del pasado ya no sirven.
"En los últimos años, estamos intentando, en colaboración con otras organizaciones, que los servicios y las infraestructuras que instalamos sean permanentes o semipermanentes o que, al menos, sean duraderas en el tiempo", indica el experto de UNICEF. Y es que, recuerda, la primera respuesta ante este tipo de crisis siempre es un abastecimiento "extremadamente costoso" con un camión cisterna.
Eso, hoy, ya no es viable pasados unos días —sobre todo teniendo en cuenta que los recortes en la financiación de USAID ya empiezan a hacer mella—. Por eso, lo que se intenta desde Naciones Unidas es, "lo antes posible, construir una infraestructura básica que pueda ir ampliándose con el paso del tiempo de manera que se puedan reducir los costes a largo plazo".