Alberto Jiménez, CEO de Smileat

Alberto Jiménez, CEO de Smileat David Morales

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Alberto, 'papá' de Smileat: la empresa de potitos y papillas 'made in Spain' que ya supera a Nestlé y amenaza a Nutribén

Alberto Jiménez creó Smileat en 2015, y ahora la empresa es líder en su sector alimentando a bebés con todo tipo de sabores naturales.

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Raúl Navarro
Madrid
Publicada

Si Peter Pan fuese empresario, probablemente sería socio de Smileat. En una industria altamente competitiva como la de la alimentación infantil, ellos se alzan como una alternativa al filo de la vanguardia. La empresa de Alberto Jiménez se mantiene en una eterna juventud, con una línea de productos fresca y atractiva para los más pequeños. Tal es su energía que han conseguido adelantar por la izquierda a titanes como Nestlé o Hero. Su patria, los niños, y su bandera, el ecologismo.

Smileat nació de las entrañas del emprendedor Alberto Jiménez, fruto de su pesar. Allá en 2015, familiares de Alberto comenzaron a padecer enfermedades delicadas al tiempo que nacía su sobrino. Luces y sombras que se asomaban sobre la vida de sus seres queridos. Esto despertó en él un revoltijo de sentimientos, se preguntó a él mismo cómo podría ayudar y proteger a su recién nacido sobrino. 

Para ello, comenzó a informarse sobre los químicos y pesticidas que proliferan enfermedades. "Fue como un nexo de ideas entre salud, hábitos tóxicos y niños". Ese cúmulo de preocupaciones fue la cuna de Smileat, una empresa decidida a comercializar productos de calidad, además de ecológicos para no contaminar a los niños con aditivos a una temprana edad. Productos con una elaboración más mimada que los bebés que lo consumen, con garantías de salubridad que inviten a los padres a confiar en la empresa.

Alberto Jiménez, CEO de Smileat, en otra instantánea

Alberto Jiménez, CEO de Smileat, en otra instantánea David Morales

Así, Alberto Jiménez y su amigo Javier Quintana fundaron juntos Smileat. Al principio su catálogo constaba de 6 sabores de potitos, y hoy han conseguido tocar el cielo de la industria, convirtiéndose en referentes en el sector. Pasaron de vender sus productos en farmacias y tiendas ecológicas a abrirse por canales digitales. Ofrecen incluso un sistema de suscripción online, al más puro estilo de Amazon Prrime, que consiste en envíos de forma periódica. Pese a llevar apenas 2 años de vigencia, las ventas por suscripción suponen un importante sostén económico para la empresa.

Uno de los máximos baluartes de la empresa es la certificación de productos libres de azúcares añadidos y otro tipo de aditivos. ¿Está la industria envenenando a los bebés? Alberto responde con una premisa muy clara: "Nosotros creemos que no es necesario que el niño se acostumbre a determinados sabores siendo tan pequeño". La diferenciación de la empresa frente a la competencia parte de un requisito básico: "Sabores simples y ecológicos para que el niño vaya acostumbrándose gradualmente a sabores tan fuertes". 

No obstante, existe una problemática en este enfoque: los niños no nacen con conciencia ecologista ni de salud, ¿cómo convences a su paladar de que los sabores de Smileat son los más apropiados? En este caso, el target o el cliente potencial es muy particular. A diferencia de un consumidor crítico al uso, estos clientes pueden berrear y montar a una pataleta por preferir los azúcares añadidos. ¿Qué soluciones plantea Smileat? En primer lugar, Alberto apuesta por recetas artesanales y de extrema calidad. Además, los clientes de Smileat suelen haber empezado a consumir sus productos desde los 6 meses, por lo que, al no conocer otros sabores, no sucumben a la adicción de los azúcares añadidos. Para ellos es fundamental inculcarles una dieta sana a través de hábitos de consumo con sabores de Smileat. 

Productos de Smileat

Productos de Smileat David Morales

Sin embargo, también debe ponerse el foco en las preferencias del cliente. ¿Cómo se mide la satisfacción de un cliente que no sabe hablar? Alberto lo tiene claro: "La cuchara no engaña, si se lo comen con y sin la técnica del avioncito es porque el producto les gusta". No obstante, la gama de productos de Smileat también abarca a niños más mayores que ya saben hablar, y pueden expresar su satisfacción. No todo son potitos, también hay snacks, envases de yogur, cereales… Aún así, para Smileat la opinión de los padres siempre está por encima.

La atención al cliente es otro de los pilares fundamentales de Smileat. La empresa se ha convertido en la enciclopedia a la que un día acudió Alberto, para quiénes tengan dudas sobre la salubridad de sus productos. "Contamos con nutricionistas que dan servicio a quiénes tengan dudas del tipo ¿y si mi hijo es celíaco, qué productos puedo comprar?". El motor de la empresa, según Alberto, reside en la confianza de los clientes.

El público objetivo de Smileat parte de 0 a 6 años, aunque Alberto admite que existen personas mayores que consumen este tipo de productos. "Existen ancianos que consumen este tipo de productos por condiciones como la disfagia, aunque sabemos que también hay adultos que los consumen por gusto".

Smileat se ha convertido en un bebé grande en España, pero todavía está aprendiendo a andar en el mercado internacional. Han focalizado su expansión en Portugal y en Europa del Este, en países como Rumanía, Polonia o República Checa.

Cada bebé es de su padre y de su madre, pero su cultura también les marca profundamente. La dieta y los hábitos de consumo de cada país afecta al empaquetado, elaboración de los potitos y a sus sabores. "El gramaje, las texturas, hay que amoldarse a todo, incluso en países como Reino Unido se llegan vender en formato lasaña". La diversificación de oferta en la alimentación infantil es un hecho, los niños tienen a su disposición más sabores que un sommelier. Tal vez la sociedad esté criando a una generación de jueces de Masterchef.