Mujer birmana junto a su bebé.

Mujer birmana junto a su bebé. Pexels

Historias

Vidas arrebatadas y sueños rotos: así es la tragedia silenciada que se vive en la frontera entre China y Birmania

Mujeres y niñas birmanas son víctimas de matrimonios forzosos como consecuencia del desequilibrio de género en el gigante asiático.

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"La intermediaria era mi tía", cuenta Seng Ing Nu, víctima del tráfico de esposas birmanas a los 17 años. "Ella me convenció", afirma. Fue por eso que se trasladó hasta China con su tía, una amiga de ella y un hombre chino. Los cuatro viajaron a lo que resultó ser la casa familiar del chino y, al llegar, la dejaron allí. El hombre la había comprado; tardó tres años en escapar. 

En las remotas tierras del norte de Birmania, donde los imponentes paisajes montañosos de las regiones de Kachín y Shan se entrelazan, se libra desde hace décadas un conflicto entre la guerrilla etnonacionalista de la Organización de Independencia Kachin (KIO) y el ejército birmano. Una lucha interminable, reflejo de las complejas tensiones de un pueblo que clama por su identidad y libertad. 

Fue concretamente en el año 2011 cuando el enfrentamiento vivió una escalada de violencia sin igual, tras el colapso de un alto al fuego persistente durante 17 años. Desde entonces, la ofensiva entre las guerrillas locales y las fuerzas gubernamentales ha obligado a más de 100.000 personas —de etnia kachin principalmente— a dejar atrás sus hogares y huir hacia las localidades cercanas a la frontera con China, según la ONU.

Estado de Shan, Birmania.

Estado de Shan, Birmania. Pexels

Las familias birmanas desplazadas tratan de rehacer sus vidas en campamentos insalubres, con condiciones precarias, y donde las enfermedades se encuentran a la orden del día. Dicha situación se ve agravada aún más debido al bloqueo, por parte del gobierno estatal, de ayuda humanitaria; lo que convierte a estos lugares en un callejón sin salida. Los hombres deben auxiliar al ejército, por lo que, el único sustento familiar procede de las labores de mujeres y niños. 

Al otro lado de la frontera, la 'política de hijo único' implantada por el ejecutivo chino en 1979, creó un desequilibrio de género brutal en el gigante asiático y disminuyó considerablemente el porcentaje de mujeres —principalmente entre los 15 y 29 años—. El punto álgido de este desbalance fue en 2004, donde, según los datos oficiales del gobierno, nacieron 121 niños por cada 100 niñas.

Este controvertido precepto, abandonado en 2015, dificultó el hecho de encontrar cónyuge para determinados varones, que fueron denominados 'ramas vacías', ya que la falta de esposa podría significar el fin de su linaje. Pese a ser considerado un gran hito gubernamental para evitar la sobrepoblación, lo cierto es que durante las tres décadas que estuvo activa dicha medida, "China perdió entre 30 y 40 millones de mujeres, tras la práctica de abortos selectivos" tal y como declara un informe de Human Rights Watch. 

El tráfico de esposas

En medio de la desesperación emergente entre los varones chinos —procedentes de familias mayormente humildes— por no tener descendencia, el tráfico de mujeres y niñas birmanas se abrió paso en aquellas localidades limítrofes entre ambos países. 

Los individuos de procedencia china persuaden a los civiles de los pequeños campamentos de desplazados para que vendan a las mujeres de su entorno a cambio de dinero —entre 3.000 y 13.000 dólares—. De manera que, la mayoría de estas féminas acaban convirtiéndose en víctimas de falsas promesas laborales o vacacionales en la vecina China y, sin sospecharlo, son traicionadas incluso por quienes ellas más querían, sus parientes.

El trágico resultado de dicha ecuación son los secuestros, los abusos tanto físicos como psicológicos, y las violaciones sexuales sistemáticas, de las mujeres y niñas birmanas hasta que dan a luz a un infante. 

Htoi Moon Ja tenía 16 años cuando unos amigos de la familia la invitaron a ir de vacaciones a China con ellos. Ella aceptó encantada. Había combates cerca de su municipio, su madre había muerto y ella y sus dos hermanos se quedaban con su profesor. La pareja la vendió.

Este testimonio, así como todos los que se recogen aquí, pertenecen al informe de 112 páginas Give Us a Baby and We’ll Let You Go: Trafficking of Kachin 'Brides' from Myanmar to China —en español, Danos un hijo y te dejaremos ir; encabezado por la codirectora en funciones del departamento de derechos de la mujer de Human Rights Watch, Heather Barr. Cabe decir que todos los nombres empleados son pseudónimos falsos, con el propósito de salvaguardar la identidad de las víctimas. 

El alcance de la problemática presente es complicado de determinar en una zona donde ni siquiera se logró realizar el censo poblacional de 2014, como es el caso de Birmania. Sin embargo, un reporte publicado el año pasado por la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la Asociación de Mujeres Kachin de Tailandia estimaba que entre 2013 y 2017, "unas 7.400 mujeres y niñas fueron víctimas de matrimonios forzosos en el gigante asiático, de las cuales, 5.000 fueron forzadas a tener descendencia".

Adicionalmente, en este dosier se expresa que, tan solo en 2017, se documentaron "226 casos de mujeres víctimas de trata en China, de entre las cuales, tan solo una o dos centenas reciben ayuda al regresar a Birmania", más aquellos casos que no se conocen aún. 

Escapar, ¿y luego qué?

Nang Seng Ja, a los 20 años, viajó a China con su tía para visitar a la familia. Mientras estaba en casa de su primo, dijo que la habían drogado y se despertó en casa de un chino. El hombre le dijo que llevaba cinco días inconsciente y ella cree que la violó. Consiguió huir y llegar a una comisaría, pero la policía aceptó un soborno de 5.000 yuanes (800 dólares) para devolverla a la familia. Entonces la encerraron en una habitación donde su marido la violaba a diario.

Esta declaración, además, pone de manifiesto los sobornos existentes en torno a esta cuestión, donde las propias autoridades desvían la atención de la justicia, e incluso, a veces, actúan como cómplices. De manera que, las víctimas quedan "abandonadas a su suerte por las autoridades de uno y otro país", como denuncia HRW.

Mujeres birmanas víctimas  del tráfico de 'esposas' reunidas con los hijos que tuvieron que abandonar en China, como recomendación de Human Rights Watch a las autoridades.

Mujeres birmanas víctimas del tráfico de 'esposas' reunidas con los hijos que tuvieron que abandonar en China, como recomendación de Human Rights Watch a las autoridades. Htoi Gender and Development Foundation Facebook

Las que consiguen huir de su captor, deben dejar a su criatura atrás, y en su regreso a casa —que muy lejos quedó ya de significar eso— la vergüenza, la deshonra y el estigma social se apoderan de ellas. Ni siquiera reciben prácticamente asistencia institucional alguna para superar el trauma vivido.

Por otro lado, aquellas que deciden soportar el calvario y cuidar de su bebé tampoco tienen el derecho de ser consideradas madres de facto ni disfrutar de su crianza. Estas se hallan en una tierra de nadie, donde pareciera no haber escapatoria posible.

Hogaño, el cautiverio y los abusos indescriptibles siguen siendo el destino de muchas ciudadanas birmanas. Aunque en 2019 se logró una acción coordinada entre varios estados para rescatar a más de 1.100 personas secuestradas en China, las medidas adoptadas siguen siendo insuficientes.

La paz y la seguridad se han convertido en lujos que pocas pueden alcanzar. Es por ello, por lo que se precisa, de manera urgente, un compromiso más firme y eficaz para acabar con este tormento sin fin, venciendo la falta de coordinación entre estados, y la complicidad de algunas autoridades que ayudan a perpetuar esta realidad alarmante.